Desde el momento en el que Luis entró a la casa se sintió observado por
alguien. Pero sabía que esto era algo ridículo, pues el viejo Pedro
había muerto una noche antes y él no tenía familiar alguno, ni mucho
menos un amigo que pudiera estar ahí.
Luis no quiso prestar atención a esto, pues creyó que solamente eran sus
nervios traicionándolo en el peor momento posible. Por lo tanto, se
dispuso a recorrer la casa de un lado a otro lo más rápido que pudo.
Cada vez que Luis pasaba junto a uno de los varios cuadros que colgaban
de las paredes de la casa, por alguna extraña razón se volvía a sentir
observado, como si las personas retratadas en las pinturas fuesen
quienes no lo dejaran de mirar rencorosamente por haber entrado a la
casa.
Sin embargo, una vez más, Luis no prestó atención a algo que sabía era
imposible. Luego de haber recorrido la casa entera, Luis creyó encontrar
lo que tanto buscaba, una sólida y pesada puerta de acero oxidado.
Tras forzar la cerradura de la puerta, al igual que lo había hecho antes
con la puerta de la entrada, Luis fue ágilmente al interior del cuarto
ahora abierto, y de inmediato su atención se posó en un altar en el que
se encontraban algunas velas casi extintas y otra pintura más.
Al ver el cuadro, un escalofrío recorrió el cuerpo de Luis, pues quien
estaba retratado en la pintura no era otro sino el viejo Pedro. No
obstante en ella, el viejo tenía un semblante oscuro y perturbador,
incluso podría decirse: diabólico.
Hasta ese momento Luis nunca había hecho caso a todos los que decían,
que al pasar de noche por la casa del siniestro viejo; se le podía
escuchar platicar con alguien desconocido. Alguien de quien sólo se
podía escuchar un horrible y atroz sonido por voz; la cual, al parecer,
alegraba al viejo de alma negra únicamente con oírla.
A pesar de esto, Luis pensó que esas historias las contaban sólo para
alejar a la gente del dinero del viejo. Y a Luis el dinero de Pedro era
lo único que le importaba de aquél sitio.
De pronto, la sensación de que había alguien atrás de él, hizo que la
sangre de Luis se helará a causa del miedo y el horror de lo que esto
significaba.
Todos aseguran que en la noche en la que Luis desapareció de este mundo,
se escuchó nuevamente la macabra risa del viejo Pedro. Haciendo que
nadie volviera a pasar por su maldita casa por tal motivo. Pues además
de haber muerto una noche antes; todos sabían que el único capaz de
hacer reír al viejo perverso, no era otro más que el demonio mismo.
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